El día de Alan Moore y Óscar Colchado
No recuerdo cuál fue el primer comic que leí. Solo me acuerdo que había un robot dorado, que Superman había sido dibujado por Curt Swan, que era de tamaño águila (20 x 13 cm.) y que para ese entonces creía firmemente que el encapotado de rojo y azul hablaba mi idioma y que sus historietas las hacían unos hábiles señores mexicanos, que le habían robado la idea a sus vecinos gringos.
Para esa fecha, era difícil imaginar el tiempo que le iba dedicar a ese paladín y a sus amigos enmascarados, superveloces e indestructibles. No me detuve, hasta después de muchos años, a pensar que las historias que me contaban esos papeles mojados en tinta de colores eran absurdas y un poco ridículas. Yo solo me dediqué a disfrutar la fantasía del hombre que podía volar, y que llegaba siempre a tiempo para salvar a su novia de su enésima caída del piso más alto de un rascacielos.
Disfruté y todavía disfruto mucho con ese tipo de fantasía. Y lo bueno de los héroes es que siempre te llevan por la ruta de otros titanes. Debía tener 10 u 11 años cuando La Odisea llegó a mis manos, y un poco más cuando La Ilíada desconfiguró todas mis funciones cerebrales. El efecto del papel mojado en tinta negra fue idéntico al que producían mis viejas viñetas. La literatura me acompañó desde entonces, aunque siempre como una hermana menor de mis historietas.
Pero en los 90 y sobre todo en estos últimos 10 años la cosa se fue emparejando. He debido de leer a Alan Moore al mismo tiempo que a Lovecraft, y he tenido a Frank Miller compitiendo con Bram Stoker, por un turno en mi mesa de noche.
Recientemente, sin embargo, le puse un nuevo requisito a los cuentos y novelas que leería: debían ser peruanas, pero llenas de la misma fantasía que ya había visitado con autores extranjeros. Y aunque aún tengo una deuda pendiente con José Adolph, creo que he ido cumpliendo con mi propósito. Desde la conmovedora historia de Rosa Cuchillo de Óscar Colchado hasta el reciente Fantasmocopio de Carlos Enrique Freyre, la literatura fantástica peruana se ha convertido en mi nueva compañía.
Este blog trata de esta nueva relación, de mitología andina, de vampiras que arriban a Pisco, de viajes en el tiempo y de mundos en los que ganamos todas las guerras que hemos perdido. Los que frecuenten este espacio podrán encontrar a los autores de estas historias o a sus más fieles lectores. Y también, claro, estarán presentes mis viejos amigos encapotados. Habrá mucho spandex (material que se usa para confeccionar el uniforme de los superhéroes) y comentarios sobre el mainstream gringo. No le cierro las puertas a DC o a Marvel. En realidad, hoy le abro las puertas a todos. Bienvenidos.